lunes, 18 de noviembre de 2013

San Nicolás del Miadero

La masiva abstención electoral en Miami y Hialeah y la paupérrima legitimidad de las autoridades locales.


Minimizaré las cifras. Son tediosas. Pero el lenguaje de la aritmética es el más exacto y objetivo.
El alcalde Regalado en Miami obtuvo 20 414 de los 26 169 votos emitidos.  El 78%. ¡Alabado sea Dios!. Pero los votantes registrados en una población de 413000 son alrededor de 200,000. De modo que Regalado obtuvo  20 414/200 000 el 10%  de los votos en unas elecciones con un abstencionismo del ochenta y pico largo por ciento del total de los votantes.
En Hialeah el resultado fue semejante. Allí también por el alcalde reelegido "abrumadoramente" fue depositado el voto (lo de depositado es un eufemismo porque en muchos casos lo echan al correo o lo llevan otras manos ajenas a los votantes) de un ínfimo porcentaje de los electores. Apenas 14,826 porque solamente votaron 18,255 ciudadanos de la ciudad que progresaba. Como los votantes registrados son unos 116 000, de nuevo el ganador lo logró con un poquito más del 10% (12.7%). 
Como pronostiqué en la víspera de las elecciones la abstención rozó el 90%.
Razón para entristecerse. Detrás de esa indiferencia cívica (o cínica)  hay mucha caca política. Corrupción, trampas, abuso de poder, componendas, nepotismo, clientelismo y desvergüenza. Hay además ese individualismo salvaje que ha hecho presa en las nuevas generaciones. Ahora es de mal gusto el interés y la preocupación por la comunidad.
Por cierto este fenómeno es generalizado y explica que absurdos como Maduro, Ortega, Correa, Evo y otros por venir (Señora de Celaya) florezcan en el continente americano. 
El modelo de  democracia que opera hoy en el mundo occidental ya es bicentenario y es hora de que para mantener sus principios básicos se rediseñe el modus operandi de sus procedimientos y fortalezca el principio de chequeo y contrapeso más allá de los tres poderes básicos. La experiencia de siglos de práctica no debiera ser  un tesoro en pasivo sin aplicación.  Los que usufructúan sus privilegios , ni aquí ni acullá, van a mover un ápice por actualizarla (el update). Tampoco las masas,  lanzadas a las calles y a  tontas y locas conducen a nada constructivo. Les toca a los ciudadanos hacerlo, a través de los canales institucionales y la participación organizada que  protegen las leyes y la constitución vigentes.

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