El presidente Iraní declaró hoy que está en condiciones de enriquecer uranio al 80%, lo cual es suficiente para producir bombas atómicas. Definitivamente quiso anunciar al mundo que Irán es ya un estado nuclear. Habló en términos duros a occidente y amenazó con el hundimiento de aquellos que se nieguen a conformar su conducta de acuerdo con los “`profetas”. En una jerga cargada de lo peor de la intolerancia religiosa el mandatario islámico desafió las advertencias hechas y las medidas adoptadas por Estados Unidos y los países de la OTAN.
Tal y como están las cosas se asemejan peligrosamente a los tiempos que precedieron a la guerra de Iraq. Las potencias occidentales en verdad temerosas de unas armas de exterminio masivo solo como posibilidad y un líder amenazante que hace oídos sordos de las preocupaciones fundadas de sus adversarios. Igual que en aquella ocasión lo hacía Sadan Hussein, ahora Ahmanediyah jura y perjura de sus intenciones ajenas a la producción del arma nuclear y simultáneamente actúa de forma que se adentra cada vez más por el camino que le llevaría a conseguirla.
La respuesta de Irán a las advertencias ha sido subir la parada. Esto es un reto ineludible para la comunidad de naciones que objetaron los planes de Ahmenidayah. Si se hacen de la vista gorda quedarán muy mal parados, y si continúan con declaraciones y medidas tibias parecerán perros que ladran, que ya se sabe no muerden. Las próximas semanas podrían ser decisivas para este conflicto latente, de incalculables y desastrosas consecuencias para todo el mundo si llegara a desencadenarse.
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