La
caridad callejera, la exculpación y la retórica del Partido Republicano
“Dios se lo pague”, así se titula una de las películas más
populares, en su tiempo, de Arturo de Córdova. En ella, el gran actor mexicano
interpreta a Mario Álvarez, un excéntrico millonario cuyos orígenes fueron como
limosnero. Hoy tropecé con un artículo que
me llamó la atención. Fue en el diario ABC de España. En “Excusas para no ayudar a los pobres” por I. Cano se analiza la psicología del transeúnte
que evade la limosna callejera.
«Tengo prisa». «No llevo suelto».
Pasar de largo y no mirar. «Lo siento». Palparse el bolso o la cartera sin
intención de dar nada. «No, gracias». ¿No, gracias? ¿Dar las gracias a un
mendigo como respuesta a la petición de un donativo? Marcos, de 56 años, lo ha
oído demasiadas veces tirado en la madrileña plaza del Carmen. –Así comienza el
periodista de ABC. Más adelante sentencia: “La auto exculpación
es un mecanismo mental del ser humano cuando tomamos
una decisión en contra de nuestra escala de valores.” El articulista aprovecha
después para comparar altruismo y egoísmo e introduce el enfoque -que no podía
faltar- desde la Psicología. Esa ciencia
advenediza. El presidente de Psicólogos Sin Fronteras atribuye a la crisis
económica el auge del egoísmo: “Hay una tendencia a cerrarse en uno mismo y
esperar que no nos pase a nosotros”.
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