A propósito de una irritante propaganda en contra de la significación del Proyecto Varela.
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Ave rapaz con el cuello desnudo. Se alimenta de carne muerta y vive en bandadas. Dice de "buitre" el diccionario de la RAE.
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Resulta que en un sitio de la red, mitad blog, mitad noticiero, mitad botica porque en él hay de todo, o mejor todavía, una especie de pulguero de cubanología filosófica, han encontrado muelle acomodo escritos dirigidos a rebajar la trayectoria del recién fallecido Oswaldo Payá Sardiñas. Primero en inglés y con ánimo de vilipendiar al diario Washington Post, el día 27 de octubre; después en español y con algunos paños tibios al día siguiente. Los artículos se dedican a "demostrar" la inoperancia del Proyecto Varela y la "ilegitimidad" de la iniciativa parlamentaria de Payá, a la luz de la interpretación leguleya que el autor hace de los preceptos constitucionales invocados por el difunto líder del Movimiento Cristiano Liberación.
En "The journalistic turn in Washington" del día 27 (en inglés) el autor cita al diario capitalino diciendo que Payá "fue un cubano valiente que vislumbró un futuro brillante para su país", eso como prueba -según el articulista- de que el Washington Post "habla de lo que no sabe." Acto seguido, se dedica a demostrar la intrascendencia de las acciones de Payá e inclusive la falta de sustento legal de su reclamo y la insignificancia de las 10 000 firmas. Para esto último acude a estadísticas seleccionadas arbitrariamente para concluir que el respaldo a Payá aun dentro de los adversarios al régimen alcanzó un esmirriado 0.13%. Para lo primero, aduce que el texto constitucional no detalla el procedimiento de recogida de firmas cuando establece en su artículo 88vo-4 que "La iniciativa de las leyes compete:a los ciudadanos. ...En este caso será requisito indispensable que ejerciten la iniciativa diez mil ciudadanos..."
El día 28 el sitio de marras se baja (ahora en español) con "Sincera historia del Proyecto Varela: las trampas de la ley" del mismo avezado autor. Aquí, talvez advertido ya de su irreverencia, comienza con una condescendencia más bien chocante, escribe: "Payá merece honor por haberse alineado en el bando anticastrista"*. Al menos no fue castrista ¡Qué generosa concesión de este patricio escribidor! Hecho este reconocimiento mezquino, de inmediato reacomete su finalidad de menoscabo. Su carta de triunfo es otra vez minimizar, por comparación con la población cubana, la cantidad de firmas que respaldaron el Proyecto Varela. Grueso favor retroactivo que le hace este señor al departamento de propaganda del Comité Central del PCC.
La acometida se prolonga en la misma línea argumental del presunto poco peso del respaldo al Proyecto Varela, más comparaciones estadísticas ventajosas para el detractor del proyecto y hasta una insinuación final del beneficio castrista reportado por el listado de firmas, que permitió al estado totalitario "...enterarse bien de qué ciudadanos abogan por leyes en contra del régimen."
No vale la pena entrar en el rejuego estadístico que en definitiva persigue desmeritar al Proyecto Varela y a su desaparecido mentor, pero en Cuba no ya el medio millón, que amparados en el anonimato no vota a los candidatos oficiales. Ni siquiera los millones que adversan al régimen en su fuero interno pero mantienen la apariencia militante obligados por las circunstancias, son comparables con el significado de más de 10 000 que estamparon su firma y su identificación en una petición formal de cambios al sistema. Los que conocen a fondo el grado de control y los diversos modos de represión sutil y administrativa que impera en la sociedad cubana no vacilarían en catalogar de hazaña lo conseguido por payá y sus leales colaboradores.
Es más, la trascendencia de la genial movida del Proyecto Varela no solo la evidenció el alcance de la movilización y el reconocimientto internacional que consiguió. El propio régimen fue conmovido por la hábil iniciativa cuando en lugar de ignorar la solicitud, aunque con su habitual soberbia, respondió efectivamente con un referendo en el sentido opuesto al que se solicitó por la propuesta ciudadana. Plasmar, como reforma constitucional en el 2002, el carácter irrevocable del sistema político y social establecido por el régimen Castrista fue un acto desnaturalizado que reconoció el inmovilismo de la "revolución" y la expuso al ridículo y al escarnio internacional.
El sitio que ha acogido la serie anti Proyecto Varela no contempla un espacio para comentarios. En su lugar habilita un "correo del lector" extremadamente elitista. La campaña de menoscabo contra la trayectoria del fallecido Payá me supo muy mal. De ahí esta entrada y su título.
ACTUALIZACIÓN viernes 31 La serie continuó
el 29 (con un mamotreto demasiado largo para analizarlo completo pero esencialmente para arguir que al gobierno lo que le incomodó fue el discurso de Carter y que el PV -que generó sus palabras- no tuvo ningún peso. Para ello Arnaldo M. Fernández se agarra de las palabras del viejo dictador: " Eso no tenía nada que ver con el Proyecto Varela; eso es estar matando mariposas a cañonazos, tomeguines a cañonazos." Je je. Da risa porque Fidel Castro siempre ha negado sus verdaderas convicciones y mentido sobre sus preocupaciones principales, durante toda la historia de su revolución "verde olivo")
y el 31 ( el escrito parece una especie de informe de un investigador o analista independiente del trágico accidente que cobró las vidas de Payá y de Harold Cepero)
ACTUALIZACIÓN II domingo 2 Sigue la andanada
"There is no hope left" retoma al Washington Post de pretexto para seguir profundizando (otra vez en inglés) en la insignificancia de Payá y la debilidad de la disidencia cubana. Ya parece obsesión anti Payá lo de Arnaldo M. Fernández y su anfitrión.
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