En ocasión del día símbolo de la literatura
Hoy es el Día Internacional del
Libro. EL libro por antonomasia en
nuestra lengua es El Ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha. Es quizá el libro más leído de los escritos
originalmente en español. La Biblia, el Corán o el Libro Rojo de Mao Tse Tung
fueron concebidos en otros idiomas.
La obra más popular de
Cervantes tiene demasiados valores para ser resumidos en el limitado espacio de
una entrada de blog. Sin embargo, en correspondencia con la celebración de hoy,
es el libro del que he querido hablar.
Puesto en ello y obligado a escoger un solo tópico de esta obra tan abarcadora,
me decanté por el personaje cuya presencia es perenne en la mente del
protagonista sin que se haga presente nunca en el relato: Dulcinea del Toboso.
Dulcinea es el ideal de mujer
que el caballero Don Quijote venera y al cual dedica toda su vida. Al menos su
vida loca. Y la describe a ella así: “su
calidad, por lo menos, ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; su
hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los
imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas:
que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo,
sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes,
alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y
las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo
pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerlas, y no
compararlas.”
El ensueño quijotesco tiene por
base una campesina de quien Alonso Quijano anduvo enamorado aunque nunca se lo
hizo saber a ella. Más adelante en la obra, Sancho Panza identifica a la mujer
real y la describe bastante marimacha, forzuda, con una voz áspera, nada
melindrosa, con mucho de “cortesana“(o sea más que sata, prostituta) y burlona.
No obstante, Sancho conociendo la verdadera Aldonza, acepta convencido la
imagen ideal de Dulcinea del Toboso que pinta su caballero.
Es parecido a como hoy en día
mucha gente simple de pueblo, acepta el ideal descrito en un socialismo de
nuestro siglo, tan perfecto como la ilusión de la dama y señora de Don Quijote
y tan distante de esa perfección como la realidad de Aldonza Lorenzo. En este
sentido el socialismo de nuestros días viene a ser la Dulcinea del Toboso del
siglo XXI.
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