Última comparación de las opciones mayoritarias antes de las próximas elecciones, hoy en el ámbito de las relaciones internacionales.
Es la esfera que menos se tiene en cuenta por las grandes masas de electores al elegir preferencia partidista. Más, en tiempos de vacas flacas. Es también el frente más débil del candidato republicano y en el que el aspirante a la reelección cosecha los mayores triunfos.
Obama ha restablecido la posición de Estados Unidos en el mundo después del terreno perdido por la administración de George Bush. Confrontando a los enemigos más peligrosos, ignorando relativamente a los vociferantes del ALBA (ninguneándolos). y fortaleciendo alianzas el presidente ha conseguido consolidar la confianza en el país y su influencia global. Cumplió su promesa de finalizar la guerra en Iraq y planificar el término de la de Afganistan para el 2014. Su estrategia para la guerra contra la hidra del terrorismo, eliminando sus cabecillas ha debilitado con efectividad a Al Qaeda.
En los tópicos candentes de Irán, Siria y la imprescindible contemporización con Rusia y China ha maniobrado con habilidad. Con la incansable y experimentada gestión de la Secretaria de Estado Hillary Clinton se han logrado evitar crisis de alcances impredecibles, sin ceder zonas de influencia.
El enfoque de Romney en cuanto a la diplomacia no se oculta para dejar claro que estaría basado en la fuerza. Una frase hecha es que "inteligencia militar" es un oxímoron (combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de
significado opuesto) igual contradicción implica la "diplomacia ruda" a expensas de la imposición basada en la fuerza. A este discurso no le faltan oídos receptivos entre los miembros del tea party y los nostálgicos de la era en que un solo país tenía influencia determinante y supremacía absoluta en el mundo. Pero esos tiempos se acabaron. Las posiciones arbitrarias y unilaterales en política exterior fueron la incubadora del desastre que legó la administración republicana de George Bush. Volver a ello sería un signo inequívoco de la desmemoria del electorado.
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