Ahora en Septiembre quedarán en Iraq menos de 50 000 tropas de Estados Unidos, como entre- nadores y asesores de policías y ejército del gobierno de una supuesta democracia parlamentaria. Con la evacuación de las tropas de combate concluida, se ha abatido a lo largo del país una ola de ataques como en los peores momentos de la contienda. Julio ha acumulado 535 muertos y 1043 heridos. Es el peor balance en los últimos dos años y agosto va por igual o peor camino con incidentes mortales a diario. El Iraq que EEUU deja “liberado” se presenta bastante descorazonador. El saldo neto fue el derrocamiento del régimen de Saddan Hussein, un sangriento dictador, pero a fin de cuentas un enemigo poderoso, decidido y resuelto del régimen Iraní, hoy en día principal amenaza a la paz mundial, aunque tenaces y desorbitados aspirantes al Nobel afirmen lo contrario.
El saldo de la política aventurera de Bush hijo, del torpe ejecutor Rumsfeld y del halcón tras bambalinas Cheney no puede haber sido peor para los intereses de Estados Unidos. Ingobernabilidad a ojos vista, cuando aún no se han ido todos los militares de la coalición, en un país petrolero clave en la crítica zona geográfica en que está situado. ¡Y a qué precio!
Los estimados más conservadores hechos con base solamente en las partidas presupuestarias aprobadas rondan los 338 mil millones de dólares. Sin embargo, la Oficina de Presupuesto del Congreso en su reporte de agosto de este año calculó el gasto total en 709 mil millones desde el 2003 al 2010. Es imposible desvincular este derroche insensato y fútil de la crisis económica en que la administración anterior dejó sumido al país, sin negar que operaran otros factores, fundamentalmente la desregulación financiera y la burbuja inmobiliaria.
Lo peor de todo es el magro resultado, incluso contraproducente, que hoy palpamos en Iraq. Las “armas de destrucción masiva” de Saddan, convertidas en el vellocino de oro del trío Bush, Rumsfeld, Cheney, nunca aparecieron. Hoy sabemos que el costoso derrocamiento de la tiranía de Hussein constituyó una guerra innecesaria.
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