lunes, 11 de noviembre de 2013

La Injusticia del Castigo y el Perdón

Contradicciones notorias en la aplicación de castigos y perdones en la actualidad internacional.


 Generalmente cuando de poner fin a conflictos violentos entre naciones, y más
comúnmente entre partidarios opuestos dentro de un país,  se debaten dos premisas válidas pero de tendencias opuestas. Una conlleva una amenaza implícita: "No habrá paz sin justicia". La otra clama por una reconciliación que implica la necesidad de perdonar los mutuos agravios y crímenes del pasado en aras de cimentar la paz del futuro. Pero pasa con estas, como con todas las generalidades, que a la hora de llevarse a cabo procesos de entendimiento entre partes beligerantes o que fueron víctimas de agresión, son las circunstancias locales, el poder político relativo de ambos lados, a veces el poder mediático y otros factores agregados, todos ajenos a la ética o la justicia puras, los que determinan hacia donde se inclina la balanza. Si al platillo del castigo o al del perdón.

 A mi, personalmente me choca sobre manera el ensañamiento conque en Perú se trata al ex presidente Fujimore. Claro que bajo su mandato se produjeron hechos criminales, pero se le "cobran" como si se tratara personalmente de un ejecutor aislado, tal cual un asesino psicópata. Se saca todo de contexto histórico. Le tocó ser jefe de un estado asediado por el grupo Sendero Luminoso, guerrilla y terrorismo urbano eficiente y criminal. El éxito contra estas organizaciones es imposible de conseguir con paños tibios y obliga a conceder mucha libertad de acción a las fuerzas que lo combaten. Fujimore volvió del Japón voluntariamente,  y muy enfermo a sus 75 años cumple desde 2009 una condena de 25 años. Recientemente le negaron la prisión domiciliaria. "El chino", no hay que olvidarlo, pacificó un Perú que se precipitaba al abismo de un estado fallido.
 Me choca lo del Perú y Fujimore, cuando lo comparo con España y Colombia. En España un tribunal de la Unión Europea ha obligado al gobierno a sacar a la calle a gente de ETA que le metían un tiro en la nuca a cualquiera. Así salió liberada en octubre Inés del Río,  una sanguinaria etarra condenada por 24 asesinatos. Y los que faltan,  de igual calaña que deberán ser excarcelados igualmente.
Mientras tanto en el conflicto de Colombia con la narco guerrilla de las FARC, se  adelanta en la Habana un acuerdo por el cual ya los cabecillas han obtenido hasta la creación de circunscripciones especiales para ellos y la creación de un partido político. Todo ello ganado a base de secuestros, extorsión, asesinatos y atentados con coches bomba.
Por eso veo, más allá de la retórica,  muy clara la injusticia del castigo y el perdón.

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