jueves, 18 de marzo de 2010

La Muerte

En la entrada del 31 de octubre pasado traté también de la muerte. En aquella ocasión sobre algunas de las tradiciones culturales en países de nuestra región. Y de lo que el poeta Nicolás Guillén sabía de la muerte. Hoy, para dar continuidad a este blog que cantaba antes a la vida, vuelvo sobre el tema de la gran ignorada. Es mucho lo que la filosofía y la religión han disertado sobre la muerte y en donde  quiera se pueden hallar resúmenes diversos. Solo diré que me quedo con una de las consideraciones más antiguas, la de Epicuro, quien vivió en Grecia hace más de 2 300 años: “el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos”.

Finalmente me complazco en transcribir otro poema distinto al de la entrada novena, en el que Nicolás Guillén otra vez se refiere a la muerte.

Iba yo por un camino,
cuando con la Muerte di.
"¡Amigo!", gritó la Muerte,
pero no le respondí;
miré no más a la Muerte,
pero no le respondí.

Llevaba yo un lirio blanco,
cuando con la Muerte di
Me pidió el lirio la Muerte,
pero no le respondí,
pero no le respondí;
miré no más a la Muerte,
pero no le respondí.

Ay, Muerte,
si otra vez volviera a verte,
iba a platicar contigo
como un amigo:
mi lirio, sobre tu pecho,
como un amigo;
mi beso, sobre tu mano,
como un amigo;
Yo, detenido y sonriente,
como un amigo.

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