La reducción en el consumo de tabaco habida y por haber entre 2005 y el 2020, si sigue el ritmo actual incrementaría la expectativa de vida de un joven de 18 años en poco menos de un año. Sin embargo es mucho más lo que se reducirían los años de vida de continuar la tendencia actual de prevalencia de obesidad y sobre peso. Tan es así que un estudio publicado por la revista New England Journal of Medicine establece, basado en estadísticas actuales, que si todos los adultos que hoy viven en Estados Unidos fueran no fumadores y de peso normal para el 2020 la expectativa de vida de un joven de 18 años se extendería entre 3.76 a 5.16 años. Este crecimiento es una cifra astronómica para tan solo una década, y como se ha ganado mucho terreno contra el tabaquismo, demuestra todo el daño que hace la obesidad.
La evidencia científica acumulada durante los últimos 60 años nos provee de información fidedigna sobre la efectividad de las diferentes medidas, enfoques y dietas empleados para perder peso. Serían las claves para combatir la obesidad a la altura de este año undécimo del siglo XXI. Discutir las evidencias tomadas en cuenta alargaría esta entrada más allá de los límites tolerables por el blog. Sépase solamente que se trata de información factual, tratada científicamente ¿Cuáles son esas claves?
Primero que todo es necesaria una intervención dirigida a conseguir modificaciones conductuales. Esta intervención tiene que ser individualizada. En cada persona específica y su entorno social y cultural, ¿Cuáles factores externos le inducen a sobrealimentarse o a ingerir comida chatarra y cuales le estimulan a consumir la comida sana? ¿En qué situación las conductas y comentarios de otros estimulan la apetencia por alimentos dañinos? ¿Qué cosas parecen recompensar a largo plazo (en cada persona) por comer sanamente? ¿Qué ayuda a reforzar la actitud anti sedentaria? En términos generales ayudarían pequeños cambios conductuales como tomar las escaleras en vez del elevador, en un buffet probar diferentes componentes antes de servirse el plato, y sobre todo buscar un entorno social que apruebe y refuerce los cambios conductuales positivos en lugar de sabotearlos. Para ello ayudaría mucho…
Segundo, unirse a grupos de apoyo. Muchísimos estudios demuestran cuanto beneficia el sentirse reconocido por otros. Siendo parte de un grupo –sea de ejercicios, de perder peso, incluso un grupo virtual- le permite a los participantes compartir triunfos, recaídas o fallos, y estrategias para solucionar las dificultades que se presentan. Un sitio acreditado con estos fines en internet es ESTE, aunque está en inglés le puede ayudar a encontrar materiales en ese idioma cerca de su área, si vive en Estados Unidos yendo aquí.
Es conveniente realizar una valoración inicial a la que puede ayudar lo mismo un médico, una enfermera que un consejero en nutrición si están debidamente capacitados para ello. Se trata de fijar al comienzo la magnitud del sobrepeso u obesidad, cuánto pesa, ¿Qué rituales y rutinas contribuyen a la sobreingesta? (por ejemplo, comer bajo estrés).
Por penúltimo, es importante la autoevaluación. Registrar el peso corporal y los pasos dados ayuda a tener una retroalimentación objetiva de cuan productivo está siendo el cambio de hábitos.
Finalmente es de sobra conocido que no hay una dieta mágica que produzca resultados milagrosos. No hay que proponerse dietas sin grasas o carbohidratos, imposibles de seguir a largo plazo. Con dietas fáciles de llevar, con moderada o poca presencia de ambos componentes, el quid radica en disminuir poco a poco las cantidades. Lo demás es cuento de camino.
La evidencia científica acumulada durante los últimos 60 años nos provee de información fidedigna sobre la efectividad de las diferentes medidas, enfoques y dietas empleados para perder peso. Serían las claves para combatir la obesidad a la altura de este año undécimo del siglo XXI. Discutir las evidencias tomadas en cuenta alargaría esta entrada más allá de los límites tolerables por el blog. Sépase solamente que se trata de información factual, tratada científicamente ¿Cuáles son esas claves?
Primero que todo es necesaria una intervención dirigida a conseguir modificaciones conductuales. Esta intervención tiene que ser individualizada. En cada persona específica y su entorno social y cultural, ¿Cuáles factores externos le inducen a sobrealimentarse o a ingerir comida chatarra y cuales le estimulan a consumir la comida sana? ¿En qué situación las conductas y comentarios de otros estimulan la apetencia por alimentos dañinos? ¿Qué cosas parecen recompensar a largo plazo (en cada persona) por comer sanamente? ¿Qué ayuda a reforzar la actitud anti sedentaria? En términos generales ayudarían pequeños cambios conductuales como tomar las escaleras en vez del elevador, en un buffet probar diferentes componentes antes de servirse el plato, y sobre todo buscar un entorno social que apruebe y refuerce los cambios conductuales positivos en lugar de sabotearlos. Para ello ayudaría mucho…
Segundo, unirse a grupos de apoyo. Muchísimos estudios demuestran cuanto beneficia el sentirse reconocido por otros. Siendo parte de un grupo –sea de ejercicios, de perder peso, incluso un grupo virtual- le permite a los participantes compartir triunfos, recaídas o fallos, y estrategias para solucionar las dificultades que se presentan. Un sitio acreditado con estos fines en internet es ESTE, aunque está en inglés le puede ayudar a encontrar materiales en ese idioma cerca de su área, si vive en Estados Unidos yendo aquí.
Es conveniente realizar una valoración inicial a la que puede ayudar lo mismo un médico, una enfermera que un consejero en nutrición si están debidamente capacitados para ello. Se trata de fijar al comienzo la magnitud del sobrepeso u obesidad, cuánto pesa, ¿Qué rituales y rutinas contribuyen a la sobreingesta? (por ejemplo, comer bajo estrés).
Por penúltimo, es importante la autoevaluación. Registrar el peso corporal y los pasos dados ayuda a tener una retroalimentación objetiva de cuan productivo está siendo el cambio de hábitos.
Finalmente es de sobra conocido que no hay una dieta mágica que produzca resultados milagrosos. No hay que proponerse dietas sin grasas o carbohidratos, imposibles de seguir a largo plazo. Con dietas fáciles de llevar, con moderada o poca presencia de ambos componentes, el quid radica en disminuir poco a poco las cantidades. Lo demás es cuento de camino.
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