miércoles, 13 de abril de 2011

Consentimiento Embarajado

A los lectores no familiarizados con el argot cubano les debo ante todo definir el cubanismo “embarajar”. Como suelen decir los diccionarios: “dícese de la acción de disimular, disfrazar o desvirtuar”.
En la práctica médica se entiende por consentimiento informado la aprobación dada por parte del paciente o su familiar al procedimiento diagnóstico o de tratamiento, muchas veces invasivo, que se va a aplicar. En todo caso debiera explicarse en términos que el paciente pueda entender los inconvenientes y riesgos del proceso a que se va a someter así como las ventajas y los riesgos o el pronóstico de lo que puede acontecer si elude el tratamiento o la exploración diagnóstica.
La realidad del cuidado de la salud en muchos países ni se acerca a ese proceder. De ordinario desde la primera consulta con el médico generalista el primer contacto es con la secretaria o recepcionista en su ventanilla “blindada”. Tras darle la aprobación a la documentación de su cobertura de salud le proporciona unas hojas bien trabadas con una presilla tamaño king size para que usted las firme, sin más. Ahí es donde usted da su consentimiento embarajado.
En la mayoría de los casos las planillas son un vago reconocimiento de que el paciente ha sido “informado” sobre el procedimiento o como una aceptación legal de cada efecto indeseable o rara complicación. Estos formularios mal escritos, firmados apresuradamente no sirven  de nada y peor aún no protegen a médicos y hospitales en caso de mala práctica real.
Con el avance en los programas de computación y la universalización de su uso, podrían desarrollarse formas en que el paciente interactúe y pueda satisfacer interrogantes. En el 2006 el Centro Médico de Stanford implementó algo por el estilo. Un programa on line con más de 200 procedimientos –desde colonoscopia hasta remplazo de la cadera-  Yo debo confesar que cuando me dan el cartapacio de papeles a firmar, apurado uno por pasar a consulta ante el molote de pacientes esperando, hago como todos y voy directo a firmar en las cruces que la diligente secretaria ha marcado. Bien pudieran hacerme firmar mi propia  sentencia de muerte si lo quisieran. Bromas aparte, los sistemas de salud para cumplir lo que la ética médica exige, debieran comprender que el consentimiento informado es un proceso, no unas planillas.

1 comentario:

alicia Vazquez dijo...

Increible pero cierto: firmamos la pena de muerte con pleno cocimiento.Que podemos hacer? En que lugar de este mundo civilizado se escondio el amor al paciente ?