lunes, 13 de mayo de 2013

Las Farmacéuticas y el Cuento de la Garrapata

El Premio Nobel de Medicina de 1993, el británico Richard John Roberts, se une a los defensores de la conspiración de la industria farmacéutica.

En septiembre del año pasado me refería a la moda de las conspiraciones AQUÍ.  El mito urbano estrella es el de que las curas del cáncer, la diabetes y otras muchas enfermedades existen o están al alcance de las manos pero la industria farmacéutica, científicos y gobiernos lo ocultan por cuestión de negocios. 
Bueno, ahora resulta que nada menos que un premio Nobel británico respalda básicamente la tesis de que las farmacéuticas basan su negocio en mantener la humanidad en las garras de las enfermedades. El planteamiento no carece de argumentos lógicos. " "Los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que, en cambio, sí desarrollan medicamentos a tomar de por vida  que sean consumidos sistemáticamente." -dice el científico según publicó el Granma. 

No es mentira que las investigaciones para introducir nuevos fármacos cuestan un ojo de la cara a esas compañías privadas e invertir en las líneas de investigación que conducen a la cura definitiva de las  enfermedades pueden hacer el negocio  insostenible a mediano plazo.
Todo esto tiene su lógica, que me hizo recordar el chiste del  joven médico que sustituye un día a su padre, doctor también, y le extrae una garrapata del oído al ricachón del pueblo. Encima le reprocha a su padre que cómo ha sido posible que no hubiera detectado en tanto tiempo la causa de la afección del paciente. A lo que el padre le responde: -veremos ahora como se van a costear tus estudios de posgrado-.
No dudo entonces que ante líneas alternativas de investigación la industria privada priorice aquellas que permitan recuperar la inversión y rendir utilidades a largo plazo.Pero la cuestión estriba en proponer una solución que mejore el problema y no que lo empeore. La realidad es que son esas compañías farmacéuticas privadas las que han proporcionado el desarrollo de fármacos que han conseguido duplicar la expectativa de vida de los humanos en poco más de medio siglo. 
De lo que no habla el eminente premio Nobel inglés es que de no ser por esa industria farmacéutica privada, no se habría prolongado la existencia humana y mejorado la calidad de vida. 
Los países anti-capitalistas de la redentora justicia social y el estado paternalista no consiguen impulsar significativamente el progreso ni de las medicinas curativas, ni de las que nos permiten sobrevivir muchos más años a los pacientes de enfermedades crónicas. 
Concluyendo, las teorías conspirativas como esta de los laboratorios farmacéuticos que supuestamente esconden panaceas,  no son otra cosa que la crítica convertida en sistema que es la negación del conocimiento y de la verdadera estimación de las cosas.

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