miércoles, 3 de febrero de 2010

Permitido Ligar en el Army

El presidente Obama aboga, con el supuesto apoyo del Pentágono, por eliminar la cláusula “no preguntes, no digas” para los homosexuales dentro del ejército. Lo cierto es que con esa disposición vigente desde la época de la administración del presidente Clinton, la integración de gays y lesbianas a los diferentes cuerpos armados de Estados Unidos ha funcionado sin grandes contratiempos de manera normal. Como dicen algunos, las Fuerzas Armadas en este país han jugado un papel de vanguardia en la lucha contra la discriminación. Yo diría un poco más, han llegado a practicar una especie de acción afirmativa tapiñada: la presencia de soldados de origen hispano en los campos de batalla siempre ha estado a la altura o por encima de su densidad poblacional. Ello muy al contrario de lo que ocurre en promedio salarial, ingreso a universidades y otras variables ventajosas de acceso social. Pero eso es otro asunto.

Los que promueven el cambio aducen que hoy el ejército obliga a sus jóvenes a mentir sobre lo que son. Me parece una exageración. En la institución en que rige la instrucción esos jóvenes son soldados y punto. Nadie los obliga a mentir sobre ello. Nadie tiene siquiera derecho a preguntar su preferencia sexual, por lo cual ellos no deben verse en el trance de mentir sobre sus apetencias libidinosas.

Lo que procuran, quiéranlo o no,  los abolicionistas del “no preguntes, no digas” es libertad para los soldados homosexuales de andar proclamando, en las duras circunstancias del ambiente militar o en plena guerra, sus inclinaciones a la sodomía. Una forma bien directa de proselitismo homosexual o simplemente de "ligar" en condiciones abusivamente persuasivas para los y las jóvenes que se hallan en edad de urgencias hormonales y bajo abstinencia forzada.

Una vez más vemos el enfoque liberal en casos (como el del aborto y este) en los cuales el derecho abstracto degenera en formas aberrantes, sin considerar todos los elementos del complejo fenómeno y termina por conducir a políticas muy cuestionables desde el punto de vista ético y práctico. Si llega a aprobarse en las Fuerzas Armadas de esta gran nación el permiso a los homosexuales para ligar, a la vuelta de unos años podríamos ver pelotones con la insignia del arcoíris en sus gorras ir a enfrentar al enemigo bajo la aguerrida consigna de “A la lucha, a la lucha. No somos machos, pero somos muchas”

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