El periódico Granma ha sido mucho más que el “órgano oficial del Partido Comunista de Cuba”, o por serlo 45 años y no tener un contrario que le haga sombra ha devenido la conciencia acrítica de la revolución. Ha jugado un papel rector en el afán desmedido y contra natura por conformar el sueño de la sociedad de los unánimes, y de las enormes desigualdades de oportunidades y de derechos en la realidad. Esa es la verdad. “Eso es así” –como dicen en su muletilla los borinqueños.
Su edición del sábado 22 de mayo trae destacada en su página de cultura una crónica de Amelia Duarte de la Rosa sobre el Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Patrimonio Comunitario, auspiciado nada menos que por el Fondo Cultural del Alba. Amelia ha querido titular su artículo Memoria, Identidad y Patrimonio. Construir las historias locales, emplear y conservar ese patrimonio, afianzar la identidad y los valores autóctonos son ideas defendidas en el evento y en la crónica que lo reseña.
Dos días antes, el Granma del jueves 20 de mayo ni siquiera menciona en ninguna de sus 8 páginas la efeméride del 20 de Mayo. Ese día nació la República de Cuba. Aunque adherida por más de tres décadas a una especie de incubadora, que fue la Enmienda Platt posteriormente abolida en 1934, se conseguía la formal independencia de Cuba como nación. La gestación de la nacionalidad desde el siglo XVIII con Francisco de Arango y Parreño, pasando por la Guerra de los 10 Años en el XIX y la Guerra Necesaria que organizó el Apóstol, culminó por fin en aquella fecha con el reconocimiento de nuestro país en el concierto de las naciones libres y soberanas del mundo. Y es que desvalorizar el alcance de aquella fecha y con ello toda la Cuba de antes del 1ro de enero de 1959 ha sido voluntad política de la “revolución”, sostenida a través del sistema educativo, los medios masivos y las instituciones políticas y de masas.
La mayoría de los cubanos de menos de 50 años ignoran completamente lo que sucedió aquel mediodía de mayo de 1902. Por el contrario, todos ellos desde sus primeros años escolares, y aun antes, saben de un 26 de julio, del combate en un cuartel asaltado y del superhéroe, que a partir de entonces toma dimensiones de gigante en la historia oficial. Y no exageran esos historiadores, cuando en verdad el personaje ha conseguido suplantar la propia identidad de la nación por una hecha a su medida y a su forma. En los países desarrollados se ha puesto de moda el robo de identidad personal como delito común que llevan a cabo, por diversos procedimientos, desde grandes corporaciones del crimen organizado hasta delincuenticos de poca monta. Ahora bien, ¿Qué duda cabe? Para escamotear la identidad de una nación entera hay que tener la estatura de un gigante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario