lunes, 29 de julio de 2013

Francisco ¿Revolución en la Iglesia?

Una reseña crítica muy personal de los 132 días transcurridos desde la investidura del Papa Francisco.  

En los 132 días desde su investidura, el sucesor de Benedicto XVI ha dicho y hecho suficiente para desdibujar la imagen común de los pontífices de la Iglesia Católica, al menos los  de la edad contemporánea. Ha dicho en demasía, para mi gusto, y ha hecho mayormente gestos simbólicos en "las formas" de sus apariciones públicas. Bien pronto, hay que reconocerlo ha comenzado también a dar los primeros pasos en el tramado administrativo y de poder en la "nomenclatura" del vaticano.
En las formas ha relegado el uso del famoso "papamóvil"  y ahora en la visita a Rio de Janeiro ha privilegiado en su agenda a drogadictos en rehabilitación, y a marginados, drogadictos y delincuentes habitantes de una favela. En aras de una imagen populista, que cultiva con perseverante dedicación, ha puesto en riesgo su seguridad y el prestigio y equilibrio mental de miles de humildes trabajadores de las fuerzas del orden, empleados públicos y voluntarios que han debido movilizarse en Brasil para garantizar que su presencia en el país no se vea empañada por un incidente desgraciado.
Su primer paso significativo como Jefe del Estado Vaticano fue nombrar una comisión de cinco miembros para investigar al Banco del Vaticano, que ha pasado en sus 71 años de ejecutoria por sospechas de fraude y lavado de dinero. Nombró también otra comisión que comenzará a funcionar en octubre para que proponga reformas en la Curia romana.
Lo que ha dicho ha sido bastante, tal vez demasiado. En estos días y en las reseñas de periódicos, revistas y sitios de internet sobre su visita para la Jornada Mundial de las Juventud 2013 es fácil encontrar sus declaraciones sobre diversos temas. Aquí me interesa glosar  tres de ellas.
Una ha sido comentada por otros y tiene que ver con un posible patinazo teológico según esos comentaristas. Dirigiéndose a los jóvenes Francisco ha dicho "Jesús nos trae a Dios y nos lleva a Dios". Añadió que lo tengan en sus vidas y así tendrán  a un "amigo en quién confiar". Esto podría entenderse como una distinción entre Jesús y Dios, un tanto contradictoria con el misterioso dogma de la divina trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
La que no me ha gustado ni un poquito, es exaltada como título en su más reciente columna por la articulista del Nuevo Herald Dora Amador. Para gustos, colores. El Papa "populista" exhortaba a una multitud, principalmente de jóvenes, con estas palabras:   “Quiero que salgan a la calle a armar lío, quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera, quiero que la Iglesia salga a la calle..." Discrepo, con todo el respeto del mundo,  del señor Bergoglio. Hay que cambiar muchas cosas en  este mundo convertido en paraíso de las desigualdades, la opulencia viciosa y la miseria innecesaria. Mundo del egoísmo y la competitividad salvaje como filosofía de vida.  Pero hay que hacerlo desde las instituciones. Ese llamado al lío ciudadano en las calles, en las plazas y hasta en las iglesias viene sobrando. Ya hay demasiado de esas estériles revueltas, siempre mezcladas con vandalismo, en las ciudades de los países democráticos y mejor institucionalizados. En los otros las masas no se atrevan por la represión implacable o  terminan en "remedios peor que la enfermedad", como ha ocurrido mayormente con la mal denominada primavera árabe. 
Por último, citaré con entusiasmo palabras de Su Santidad Francisco sobre un aspecto de nuestras sociedades que apenas rocé en el último párrafo de la entrada del blog,  el pasado lunes 8 de julio. Hablando de esta sociedad global, pasada de rosca dijo el Papa: "Es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos: los ancianos y los jóvenes”. Más adelante, acentuando su percepción de esta conducta injusta y poco provechosa para la sociedad, se dirigía a "nosotros" de esta manera: “Y a los viejos les digo, no se dejen excluir. Abran la boca. No claudiquen de ser la reserva de nuestro pueblo, transmitan la justicia, la historia, los valores, la memoria. Hay una especie de eutanasia escondida, una eutanasia cultural contra los viejos, no se les deja hablar y actuar”.
De todo lo dicho puedo concluir que la personalidad y las acciones de este Papa argentino en sus primeros 132 días prometen ser bien complejas. Es atrevido, rupturista, mediático y con ese carisma proveniente de la cercanía, el populismo, y los golpes de efecto, propio de todo líder que aspire a ser efectivo. Cargado de luces y sombras y de buenas intenciones. Toca orar a los creyentes y esperanzarse a los agnósticos,  por que sean muchas más las luces que las sombras que deje su papado.


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