Sara Montiel por los años cincuentas recreó con el mayor de los éxitos el Fumando espero de Félix Garzo, pero fumar ya no es más un placer genial y sensual. Mucho menos signo de distinción y elegancia como en aquella época. Actualmente el fumar es, cuando menos, un rezago social. El daño múltiple y decisivo del humo del tabaco sobre la salud humana es hoy un hecho incontrovertible. Numerosos tipos de cáncer son mucho más probables en el sujeto que fuma que en el que no. Cánceres de los labios, cavidad bucal, faringe, esófago, páncreas, laringe, pulmón, cuello del útero, vejiga y riñón. No se trata de que el chance de adquirir esa enfermedad se duplique o triplique. Por ejemplo, para el hombre que fuma, el cáncer del pulmón aparece 23 veces más que el que no tiene el vicio. De forma parecida ocurre con las enfermedades del corazón, los temidos accidentes cerebrales y las angustiosas enfermedades respiratorias. Durante el embarazo el daño que genera el humo del tabaco puede afectar tanto a la madre como a la criatura. El envejecimiento de la piel y otros órganos es probadamente acelerado por el consumo de cigarrillos. Para colmo de males existen evidencias abrumadoras de que la salud de los fumadores de segunda mano, que somos los que respiramos en los alrededores de alguien que está fumando, es afectada casi en igual medida.
Dada la divulgación que se le ha dado a todos estos descubrimientos científicos el fumador de nuestros días demuestra una voluntad muy débil o, por el contrario, una tozudez asnal. Ambas cualidades lo conducen a adoptar en este asunto la política del avestruz.
Es imprescindible que los gobiernos tomen medidas para proteger el derecho de la población a respirar un aire libre del humo del tabaco. Lamentablemente sólo el 5,4% de la población mundial vive en lugares donde existen leyes que garantizan ambientes libres de humo de tabaco. Los 17 países que cumplen con esta medida recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son Australia, Bután, Canadá, Colombia, Yibuti, Finlandia, Reino Unido, Guatemala, Guinea, Irán, Irlanda, Islas Mauricio, Nueva Zelanda, Panamá, Turquía, Uruguay y Zambia. En otros países existen regulaciones locales que abarcan restaurantes, museos, cines y otros espacios públicos.
Resulta sorprendente que en Cuba, donde las campañas de salud pública y los programas específicos para la prevención de enfermedades ocupan un lugar prioritario en la política gubernamental, el humo del fumado campea por sus respetos tanto en muchos hogares como en los espacios públicos. Volviendo a los datos acerca del humo de segunda mano, la OMS constató que la inhalación de humo por fumadores pasivos causa al año 600.000 muertes. De estas 600.000 muertes anuales, el 64% de decesos corresponden a mujeres y el 31% del total son menores. No hay derecho a que, en cuanto a las consecuencias del vicio de fumar, también paguen “justos” por “pecadores”.
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