Colón fue el partero

Hoy CubaDiversa cumple un añito. Hoy también hace 518 años de cuando Rodrigo de Triana avistó tierra y gritó desde La Pinta, abriendo así las puertas de un nuevo mundo, redondo y con un continente de más. El año pasado en esta fecha lo que estaba en el candelero era la epidemia de gripe H1N1 y estrené blog hablando a favor de la vacunación. Ahora también toca inmunizarse para este año, pero como rutina anual.

Del Día de la Raza, o de la Hispanidad, o Fiesta Nacional de España, o Columbus Day se ha dicho de todo.
En Cataluña, el portavoz del partido Izquierda Republicana dijo ayer que esta fiesta es “el recuerdo de un genocidio”. Por su parte, Evo Morales lo ha considerado un día de luto porque hubo una “invasión” que trajo “hambre, miseria, enfermedades”.

Desde la perspectiva de los aborígenes del nuevo continente es innegable que el encuentro constituyó una tragedia. Algunos de los pueblos que lo habitaban fueron exterminados y el resto quedaron reducidos a una condición inferior y fueron marginados geográfica y socialmente. Para la historia de la humanidad el acontecimiento fue decisivo. La mezcolanza de genes que se produjo durante la colonización y después, diversificaron notablemente el potencial genético de la especie humana.

Si hemos de juzgar gentes y hechos por los frutos que producen, el empeño, la perseverancia y la resolución extraordinarios del aquel marino genovés, precipitó un encuentro inevitable entre civilizaciones de muy diferentes grados y modos de desarrollo. No hay parto natural sin dolor y hoy deberíamos comprender que hace 518 años nacía, embarrado de sangre y meconio, el continente americano al que pertenecemos hoy. ¡Que variedad de frutos producidos en este “nuevo mundo”! Aquí creció el coloso del norte que ha servido de locomotora mundial durante décadas. Aquí ha florecido la cultura humanística en decenas de variedades y lenguas. España, Inglaterra, Portugal, Francia y Holanda generaron nuevos brotes de civilizaciónes, jóvenes y pujantes que en su mayoría actualmente crecen a contrapelo de la crisis transitoria que atraviesa la economía mundial.

Lamentarse de aquel encuentro necesario, querer convertir este aniversario en día de duelo es como apenarse por la explosión que dio origen al universo cuando el bing-bang. Ya es hora que los detractores de la celebración del Día de la Raza superen su “depresión post parto”. Han pasado más de cinco siglos desde entonces.