martes, 5 de octubre de 2010

El Poder en los Tiempos de la Cólera

Lo que empieza en cólera termina en vergüenza (Benjamín Franklin)


El manejo de la ira se ha constituido en una técnica de psicoterapia y ejercicios conductuales para corregir a las personas que “pierden la tabla” fácilmente y dan rienda suelta a su furia, agrediendo de palabra y de hecho a aquellos que le han indispuesto o contrariado de cualquier manera.

El control de las emociones es una virtud de los seres humanos superiores, de ahí que en las cárceles encontramos una población con abundancia de gente víctimas de ira incontrolable.

En nuestros tiempos, sin embargo, esta debilidad mental, de voluntad y falta de autocontrol ha llegado a los niveles más altos de nuestras sociedades en América Latina. Los primeros mandatarios en Venezuela, Ecuador y Bolivia han exhibido en público episodios de iracundia desbordada. En los casos de Venezuela y Ecuador, Chávez y Correa lo hacen tan regularmente que plantean la duda de si es en efecto una alteración de la personalidad, una táctica para sostener el gobierno autocrático o una combinación armónica de ambas condicionales.

El exabrupto más reciente del presidente venezolano fue contra una periodista que le preguntó por la abismal desproporción entre los votos de la población y las plazas retenidas por el oficialismo en el congreso. En vez de respuesta la periodista consiguió insultos personales, apenas solapados. (vealo aquí)
 En el caso de Rafael Correa lo difícil es conseguir una intervención suya analítica, serena, calmada. Su actuaciones se pueden calificar de histéricas. Para muestra basta un botón.
Pareciera que el presidente ecuatoriano pretendía emular con el martirologio de Salvador Allende y terminó bajo el clásico ardid de la historia,  de revivivir un episodio trágico en forma de comedia. Probablemente lo poseyó un espíritu burlón. Toda su actuación el día que la policía se sublevó fue de provocación y para escalar la confrontación.  
Por otra parte Evo Morales, el iracundo boliviano nos mostró su mal manejo de las emociones durante un momento de asueto, mientras practicaba balompié.
 
 
 
Daniel Ortega, de Nicaragua, por el contrario transmite el ánimo de confrontación e intolerancia con sus opositores y de rabia y condena a Estados Unidos, características comunes de los muchachos del ALBA,  casi siempre en un tono calmoso y espesado por sus libaciones.
 
De cualquier manera, la confrontación peremne, la denuncia de conspiraciones, atentados y golpes de estado, la intención de asfixiar a la prensa, el asumir el rol de víctimas del imperio, descalificar y hostigar a empresarios, atemorizar a inversionistas, politizar las fuerzas armadas y fundar milicias partidistas, toda esa trama de argucias  para centralizar y eternizarse en el poder requiere de un ánimo ensoberbecido, de una prédica de odio, ira e intolerancia, ya sea en el tono -a la vez- jacarandoso y  grosero de Chávez; tosco e histérico del ex discípulo de la Universidad de Illinois; brutal, primitivo e ininteligible de Morales; o sosegado y etílico de Ortega.

2 comentarios:

Gloria dijo...

La intervención de Chávez en respuesta a "Andreita" se me hace más cantinflesca que colérica o grosera. Siento que Andreita cogió a Chávez "fuera de base" y el otro a falta de una respuesta adecuada se fue yendo por la tangente al punto que al final, habló mucho, sin decir nada: definición oficial de cantinfleo.
Por otra parte hay que recordar que la agresión es el arma que esgrime el que sabe que no tiene razón ni defensa posible.

alicia Vazquez dijo...

Magnifico como todo lo que usted ascribe! y con ese sentido del humor tan caracteristico!! Gracias y continue dando VIDA a Cuba Diversa.