miércoles, 22 de diciembre de 2010

Allá en la Siria hay una Mora...



Llegó la Navidad. O llegará pasadomañana, con La Noche Buena. En distintas latitudes y a diferentes generaciones nos resuenan en la memoria melodías ligadas a esta época del año. El legendario Jingle Bells o White Christmas. El Feliz Navidad de Feliciano. Las decenas de entrañables  villancicos tan populares en la madre patria, y en muchos de nuestros países de Hispanoamérica.  En Cuba,  varias nuevas generaciones asociarán melódicamente el cambio de año con marchas y canciones de gesta salidas de los altavoces de la Plaza de la Revolución. El triunfo de esta última había sobreseído los aniversarios del nacimiento de Jesucristo. Llegó el Comandante y mandó a parar... hasta  las Navidades.
Todavía a estas alturas, los árboles de navidad, las vidrieras alegóricas, los “nacimientos” que admiré en Cuba y como “pasitos” en Costa Rica y que aquí extraño reemplazados por ostentosos Santa Claus, todos los ornamentos y recordatorios legítimos o impostados de las navidades de ahora, evocan en mí la melodía que reinaba en las fiestas familiares de mi infancia, y que podéis recordar pinchando el triangulito del MP3.



Este es el tiempo más maravilloso del año, según muchos. Durante esta época, no obstante, nuestras ansias de contacto familiar y social, probablemente superarán lo que nuestras circunstancias permitirán; si bien las luces del entorno se tornan más brillantes, las sombras de la soledad se hacen más densas y presentes. Aun en medio de compañía cercana y afectuosa el alma tiende a detenerse en los sitios oscuros provocados por aquellos que nos faltan ya sea por la distancia, por los caminos divergentes consustanciales a la vida o por la gran separadora. La que al final nos ha de reunir a todos.

Lo más sensato, sin negar la mirada reposada a nuestras ausencias de ahora, sería procurar confortarnos en la compañía que las circunstancias nos permiten en el presente. De mis compañías forman parte los lectores pacientes y porfiados que acogen estas líneas. Para todos ellos el deseo de paz, prosperidad, el júbilo y la felicidad que siempre hemos asociado con la Navidad y el inicio de un Año Nuevo.

1 comentario:

FELIX dijo...

La vida ,el universo siempre estan todos en evolucion,en nuestros preciosos y encantados años infantiles,yo esperaba a los Tres reyes magos,el mio era Melchor aquel mas prieto y delgado,el ultimo en la fila india,creo que yo lo escogi porque quizas pensaba que ese era el que mas posibilidades tenia de repartir los juguetes con los mas pobre,Gaspar y Baltazar lucian mas opulentos,mas acomodados,hasta sus camellos se veian mas saludables.En fin son cosas de la inocencia infantil.Hoy todo es muy material,aunque yo hago un esfuerzo porque mi princesa ya con 8 años, aun ponga debajo del arbolito un poco de leche un trozo de panetela,para que el viejo y rechoncho Santa cuando llegue coja un 10 de descanso sin tener que pensar en El Che.
Feliz Navidad,y que culquiera que sea su tradiccion,el personaje que les toque les traiga mucha salud,al final ¿que mejor regalo cuando se han dejado tantos años luz de la bella infancia