miércoles, 23 de marzo de 2011

Otro triste "pass away"

Hoy nos enteramos que murió Elizabeth Taylor, la gran actriz y estrella de cine por antonomasia, a consecuencia de la insuficiencia cardíaca que padecía.
Las grandes  figuras famosas provocan un duelo generalizado al morir. No hay que ver exceso de sensiblería o superficialidad en las personas que alrededor del mundo manifiestan un raro sentimiento de pesar por un extraño. Extraño, en términos del entorno social de esas personas, que nuca pudieron ni siquiera verla de lejos. En realidad ese pequeño y pasajero duelo, que muchos disimulan o no reconocen, se asienta en una verdadera sensación de pérdida. Esas figuras descollantes, con las que nos ha tocado convivir en el tiempo de nuestra existencia, representan un pedacito, pequeño o grande, tal vez una lasquita de nuestra vida.

Los que vimos sus películas en la década del 50 y después hemos seguido conociendo aconteceres de la estrella a través de los años y hasta nuestros días, sentimos que se nos va con ella aquella etapa de nuestra vida de las tandas de cine donde la admirábamos desde cuando era niña en “Lassie vuelve a casa” en 1943 hasta sus testimonios en documentales del 2009 y 2010 dedicados a Michael Jackson, de quien era posiblemente su mejor amiga, y a Richard Burton, con quien estuvo casada en dos ocasiones. Su filmografía fue de más de 40 películas, entre las que es obligado mencionar: Cleopatra, Gigante, ¿Quién le teme a Virginia Woolf? y La Mujer Marcada. Por estas dos últimas consiguió sendos óscar.

En su vida fuera de la pantalla conocimos de su bondad inespecífica, apoyó con frecuencia a compañeros caídos en desgracia. Conmovida por la muerte de Rock Hudson fundó una organización para la lucha contra el SIDA. Todo la ponía nerviosa excepto hacer películas –confesó en una ocasión. Se casó 8 veces pero aclaró “Yo me he acostado solamente con hombres con los que me casé. ¿Cuántas mujeres pueden afirmar eso mismo?”

Los íconos como Elizabeth Taylor contribuyen a reforzar el sentido de pertenencia más allá de la familia, del barrio e incluso de las fronteras. Son los nexos que nos unen a la humanidad particular de nuestro tiempo en la Tierra. Intuimos que ahora hay mucha gente en cualquier país que experimenta sentimientos similares de tristeza, y sobre todo de nostalgia del pasado de nuestra juventud, siempre echado de menos.

2 comentarios:

lola dijo...

Eso es precisamente lo que siento, nostalgia de lo pasado. Demasiadas películas clásicas que me han acompañado a lo largo de mi primera adolescencia y juventud.
Un saludo,

alicia Vazquez dijo...

Un millon de palabras no pueden hacer que vuelvas,tampoco un million de lagrimas. Lo se muy bien porque he llorado hasta no poder mas.....Hasta siempreeeeee bellisima cleopatra!!