El balance en la guerra civil que ocurre en Libia parece inclinarse favorablemente a los partidarios del actual gobernante Libio. Ahora de todas partes salen críticos del presidente Obama por irresoluto y haber optado por las palabras, dándole largas a la acción. Particularmente agresivo es un escrito del blog Enrisco, que me ha enviado un dilecto amigo que presumiblemente comparte las apreciaciones de este humorista, ahora devenido serio, demasiado serio.
Si Estados Unidos hubiera intervenido unilateralmente sin el apoyo expreso de la ONU ni, el más relevante aun, de la Liga Árabe –la cual apenas ayer accedió con reticencia a la exclusión aérea limitada-, los ataques de todos lados hubieran llovido sobre el presidente Obama, por practicar la misma injerencia imperialista y desafiante que practicó el presidente Bush en el Irak de Hussein.
La verdad es que un jefe de estado responsable debe velar ante todo por los intereses de sus ciudadanos y por lo más conveniente para su país. Ello en armonía con la acción coordinada con la comunidad internacional, sus instituciones, especialmente sus aliados y en el mejor de los casos con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU ¿De qué irresolución se puede reprochar al presidente Obama en este caso, cuando él y la secretaria de estado han exhortado a actuar a la comunidad internacional y presionando sin tapujos, como el que más (Sarkozy), a Gadafi?
En el artículo mencionado (Libia y Obama) Enrisco, además trae por los pelos el asunto cubano para hacer comparaciones inadecuadas con lo acontecido en Libia. En ella ha habido masivos enfrentamientos, pues sin duda un régimen con más de 40 años en el poder acumula detractores y oposición en proporciones similares al número de seguidores, genuinos simpatizantes y gente comprometida hasta la médula. En el caso de Cuba no existe a la vista una oposición beligerante masiva y la disidencia interna, que existe en forma relativamente limitada, defiende explícitamente los cambios pacíficos. Una injerencia externa forzada no es siquiera una opción secundaria a plantear, al menos en la realidad actual. Eso sí, sigue siendo falsamente esgrimida como amenaza por la propaganda oficial y sus acólitos en el extranjero. Es la teoría de David y Goliat sostenida por la Habana durante más de medio siglo, que se alimenta también por el sector “come candela“ del exilio.
En realidad occidente ha quedado mal parado ante el régimen libio, que admítase o no, había servido de contención en su zona a las fuerzas radicales que persiguen la destrucción de esta civilización occidental. El error no ha sido por defecto sino por exceso. Mientras la comunidad internacional no parecía propicia a tomar una resolución decisiva, tal vez más que falta de acción la falla del gobierno estadounidense ha sido excesivas palabras.
UP DATE 03/20/2011
Ahora que le cayeron en pandilla a Gadafi, le darán a Occidente palos porque boga.
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