lunes, 6 de febrero de 2012

Martí, Los Genes y Dios

La religiosidad como propiedad congénita en la antropología martiana y la genetica molecular.

"Hay en el hombre un conocimiento íntimo, vago, pero constante e imponente, de UN GRAN SER CREADOR: Este conocimiento es el sentimiento religioso, y su forma, su expresión, la manera con que cada agrupación de hombres concibe este Dios y lo adora, es lo que se llama religión.... La religión está, pues, en la esencia de nuestra naturaleza. Aunque las formas varíen, el gran sentimiento de amor, de firme creencia y respeto, es siempre el mismo. Dios existe y se le adora."
Lo anterior lo escribió José Martí en un artículo que no se llegó a publicar y que aparece en el tomo 19 de sus Obras Completas de la Editorial de Ciancias Sociales, Cuba 1991.
La intuición que el apóstol expresó en el siglo XIX ha venido a ser reconocida por científicos en este siglo XXI. Dean Hamer es director de la Unidad de Estructura y Regulación de los Genes en el Instituo Nacional del Cáncer de Estados Unidos. Él es autor del libro "El Gen de Dios".

Este autor diseñó unos tests para medir la espiritualidad, lo que implicaba no solo la devoción por un dios sino también otras cuestiones como el sentimiento de conexión con la naturaleza, con el universo o el misticismo. El hallazgo llamativo sobrevino al estudiar en 1000 sujetos  que eran gemelos idénticos, mellizos o simplemente hermanos sus ADNs. Después de haberles aplicado la batería de pruebas para cuantificar la espiritualidad, el investigador encontró una asociación clara entre esa medida y un gen: el WMAT2. Había variantes del gen correspondientes a individuos con la mayor propensión al misticismo y otras pertenecientes a los sujetos con las más bajas mediciones de espiritualidad.
Este pedazo de ADN identificado posee la información para fabricar una proteína que interviene en el tráfico de neurotransmisores en el cerebro, relacionados con el placer y la motivación.
Seguramente el WMAT2 no ha de ser el único gen que tenga que ver con lo que, al decir de Martí "hay en el hombre", pero el camino abierto por Hamer permitirá profundizar en el campo de la determinación genética del sentimiento religioso.
Sobra decir, que si la materia prima para la generación del fervor religioso puede hallarse en los genes, va a ser el entorno familiar y social el factor preponderante en su desarrollo definitivo y, para los creyentes, más decisivo aun será el toque de la gracia divina. 

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