De como como el celular de instrumento para la comunicación ha devenido un medio de tenernos sistemáticamente incomunicados en persona.
El jueves pasado aguardaba mi turno en la oficina del médico e intentaba calmar la ansiedad que siempre produce una espera prolongada. Normalmente suelo salir con un libro y olvidarme del tiempo con la lectura, hasta que me hacen pasar con el doctor. Como ahora estoy leyendo La Política del Adiós de Rafael Rojas, ando con ese ejemplar al retortero y de paso no desperdicio ni un minuto para avanzar en la prosa exquisita y la aguda interpretación de la historia que se va deshilvanando en sus capítulos. Pero ¡que va! Mi atención se diluía desconcertada entre las líneas impresas ante mi vista, la intríngulis de un triangulo amoroso que me llegaba en forma de charla unilateral por mi oído izquierdo y la tángana entre un deudor y su acreedor, cuando este último increpaba al primero en una perorata imparable de reproches y amenazas que se colaban en mi oído derecho. Estaba sentado entre dos usuarios de celular. De contra en el resto de la sala de espera no había asiento vacío que no tuviera un parlanchín de teléfono móvil asediando por los flancos, el frente o la retaguardia.Unas semanas atrás, les juro que no lo he inventado y me ocurrió en la realidad, conducía el carro en el interior del suburbio en que vivo, ya en la larga y estrecha cuadra de mi casa, cuando divisé un auto de frente que venía por el medio de la calle con la mitad del vehículo en la senda contraria, mi senda. Ello no es raro porque en la vía hay sus bachecitos bobos y uno maneja para evitarlos. Lo que pasó fue que se seguía acercando 30 metros, 20, 10, 5 metros y tuve que dar un brusco “timonazo” y salirme de la senda hacia el césped a mi derecha para evitar un choque de frente. Retrocedí, con mi remendado corazón en la boca, hasta la casa donde había aparcado la chofer y le grité fuera de mí: ¿Venías comiendo mierda? En eso el marido salía y le preguntaba que había pasado, al tiempo que la mujer me voceaba que sí, que en efecto venía comiendo mierda. Por supuesto que la dama no era coprófaga, lo que venía haciendo era “texteando”, sabe Dios qué cosa y a quién, en su celular.
Me incomoda bastante que estando en el medio de una conversación, a veces respondiendo una pregunta o explicando algo a gente que me lo ha solicitado y ocupa mi tiempo se oiga lo mismo una melodía sinfónica que un rap estridente o una risa estentórea. Es que el celular de mi interlocutor requiere imperativo su atención y este, dócil como una oveja, se enfrasca en prolongadísima plática dejándome en “stand by” como si yo fuera un equipo electrónico de rango inferior.
Hay muchas más circunstancia incómodas. Cuando alguien supuestamente nos interpela en la acera, en la tienda o en el vestíbulo del teatro y nos volvemos a ver para toparnos con un extraño que casi nos susurra al oído mientras habla en realidad al móvil de manos libres.
Pero lo que más me molesta de todo esto es cuando un visitante cualquiera, familia o amistad de confianza, toca la puerta y voy y le abro. Desde que se apea del carro y aun antes viene con el dichoso aparatico en la oreja y muchas veces así se va.
Como decía primero Cherenito Cherenito y después Gervasio Escobar y Campanario, personajes de la radio cubana: ¡Por eso estamos como estamos! Claro. Con estos inventos diabólicos.
2 comentarios:
El dichoso celular del que yo estuve renuente a tener hasta un dia en que me habian robado el carro y no tenia ese dichoso aparato,en cambio el delincuente si supo hacer uso de el en la persecucion,y lograr escapar de mi insistente apego al mismo sin importar las 101 violaciones de trafico que cometimos que pudieron costarnos la vida,fue ahi que me hice de uno de esos para no estar en desventaja,hoy en dia vivo esclavo del msimo .Ahora este instrumento es el mayor vontrolador de nuestras vidas.Nos tiene localizado todo el timepo de el no hay quien escape,y es el mas intrometido de todos incluso no respeta ni el sermon de cura en medio de una misa por la despedida al mas alla de un ser querido.!!Vaya que tenemos el mayor intruso de nuestras vidas y dicifil es poder escapar del mismo
Qué locura! La comunicación de persona a persona en vivo y a todo color se extingue!!!!
Cómo será el hombre del futuro ? Un robot,un autista fabricado ; o un mal educado? Me preocupa tanto hasta por mi misma que un día fuera una profesional de la comunicación y ya no lo se hacer? Mutismo total .
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