lunes, 14 de noviembre de 2011

¿ELECCIONES PARA QUÉ? (III final)

Nadie sabe el bien que tiene hasta que lo pierde
¡Las vueltas que da la vida! La desvalorización de las elecciones que insinuaba aquella pregunta en la Cuba de hace medio siglo era una iconoclasia en la América Latina de la época,  cuando lo que se perseguía era consolidar la democracia en medio de varios  regímenes militares resultado de golpes de estado. Ahora, sin embargo, los valores de la democracia representativa han caído tan bajo como los de las bolsas financieras. Por lo menos, en los países que la disfrutan sucede así. La acechanza de hoy no son los golpes militares, sino los caudillos populistas que usan la demagogia y la polarización de los pueblos para encaramarse   en el gobierno y desbaratar las prevenciones y contrapesos  democráticos, entronizándose de esa manera en un poder basado en el autoritarismo unipersonal.
Las consignas de “democracia real ya”, “nuestros sueños no caben en sus urnas”, “al pueblo en la calle, no hay nadie que lo calle”, “basta de falacia, queremos democracia”, “el pueblo unido funciona sin partidos” y otras por el estilo que se ven y oyen en las plazas indignadas de Europa y América expresan el descrédito de los regímenes democráticos tradicionales, que ha salido a flote con el desempleo rampante y la pérdida del estado de bienestar, aunque ya el abstencionismo electoral era una señal de enfermedad crónica visible desde antes.
Las manipulaciones electorales, el cabildeo en los cuerpos legislativos por agentes al servicio de influyentes poderosos, la corrupción de los políticos, la degradación de las campañas electorales por la publicidad pagada en los medios (abierta, y tapiñada en telediarios que dan pena), la supremacía de mezquinos intereses partidistas por encima de los intereses populares y otras manifestaciones perversas, corroen los sistemas democráticos convencionales, de manera muy parecida en las más diversas latitudes. No se puede negar. La idea malsana que recorre el mundo es que todo esto no tiene arreglo.
Lo preocupante es que ni líderes visionarios ni la historia real hasta nuestros días nos muestran alternativas efectivas. Los pilares básicos de división de poderes, alternancia, y elección popular y directa de los gobernantes , con todos sus defectos, han demostrado en la práctica ser preferibles a cualquier otro diseño viable.
Pero los vicios que apuntábamos arriba son susceptibles de corregir. La única arma posible con que se cuenta para ir combatiendo cada una de las imperfecciones, al menos donde todavía las elecciones son puras, es el voto popular masivo. No es imposible abolir el cabildeo mediante nuevas leyes que lo prohíban y sanciones apropiadas aplicadas por un cuerpo independiente de control parlamentario. El voto ausente, que se presta a tanta manipulación, podría ser suprimido. Establecer nuevas regulaciones para hacer las campañas electorales más austeras es posible.
El voto de castigo por electores independientes, que son los que ahora se abstienen, puede situar otra vez el interés de las comunidades primero que el partidista. El no votar, hasta de moda porque parece “cool” y juvenil, no resuelve absolutamente nada. Desgraciadamente hay tendencia a aceptar por todos que en las elecciones locales el voto sea cosa de viejos, y se  refuerza en  los medios como algo natural. Ahora mismo en las elecciones para alcalde de Hialeah votó el 20 y se consideró un éxito, porque para la del condado de Miami había votado alrededor de un 15%. En ese 80% que traduce su hastío o indiferencia hacia la política en la forma estéril del abstencionismo se halla una fuerza potencial para perfeccionar el sistema a través de la fuerza ciudadana  imparable, canalizada por los medios legales e institucionales del sistema democrático. Extraviadas alharacas de “indignación” escenificadas en la calles por exiguas minorías de diversos orígenes y objetivos, sin un rumbo cierto más que la protesta bullanguera, pesimista y sin propuestas concordadas no conducen a ninguna parte.
La moda autosuficiente de darle la espalda al deber ciudadano de ejercer la cuota individual en la selección de las autoridades, única forma de participar en la democracia institucionalmente establecida, es una posición equivocada que puede minar la verdadera democracia real, con el peligro de que nos sumemos a los ejemplos de esa flaqueza humana que recoge la sabiduría tradicional de aquel refrán: Nadie sabe el bien que tiene hasta que lo pierde.
◘◘◘◘◘◘◘◘◘◘◘◘
◘◘◘◘◘◘◘◘◘◘◘◘

LAS RANAS PIDIENDO REY (Fábula de Esopo)

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

 Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.
(Para la moraleja,  sustituya "rey" por "sistema de gobierno")

*La informción del pie de foto fue revelada por reportaje de Erika Carrillo de America TEVE (abajo a la derecha en la foto). 

2 comentarios:

alicia Vazquez dijo...

Qué arrepentidos estarán los cool y modernos que no acudieron a las urnas haciendo caso omiso al gran derecho que te otorga la Constitución de este país!!!!! Al parecer el cambio les va a costar muy caro : el Rey viejo no les acomodaba y Zeus les envió el que se merecían.

Unknown dijo...

Así mismo es.