lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Elecciones para qué? (II)

Impresiones del voto adelantado y de mi debut electoral y volviendo a la historia de "¿Elecciones para qué?"
Continúo aquí lo que empecé el lunes pasado. Cuando llegamos mi esposa y yo a la biblioteca de Hialeah para ejercer el voto adelantado, me sorprendió agradable- mente que el estacio- namiento no fuera un problema.
Desde el principio la primera impresión fue de organización. Una persona nos indicaba uno de varios espacios libres. Más lejos, se veían los grupos de activistas. En el portal de la biblioteca hicimos una pequeña cola (fila). Allí también había un personal solícito ayudando a los de la cuarta edad o con limitaciones físicas. Desde ese lugar pude divisar en uno de los grupos al candidato más experimentado de los tres. Se hallaba acompañado de algunos correligionarios, tranquilo, disponible al gesto afectuoso de los votantes que quisieran saludarle. En la calle lateral varios camiones y otros vehículos con pasquines y retratos del alcalde interino, también candidato, hacían bulla con bocinas y altoparlantes.
Dentro,  la organización no dejó nada que desear. En un sitio el chequeo de inscripción, en otro el espacio privado para marcar los favorecidos rellenando el pequeño óvalo al lado de sus nombres, y en un tercero la computadora con la abertura para hacer pasar la boleta y registrar el voto. Todo el procedimiento hizo alarde de pulcritud, recogimiento, orden razonablemente cómodo y garantía de fiabilidad. Nada de esto se puede asegurar de los procedimientos con el llamado voto ausente.  Asunto pendiente, sujeto a dudas o por lo menos a posibilidades de manipulación de voluntades. Antes de irme, me dirigí adonde mi favorito y le estreché la mano, con la emoción del "primerizo" que desde la niñez y las clases de la asignatura Moral y Cívica soñaba con este momento..
El resultado se supo en la noche del 1 de noviembre que fue el día de votación oficial. Habrá que ir a una segunda vuelta entre dos candidatos el próximo martes 15 de noviembre. Allí estaremos presente.
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La pregunta del  título,  fue consigna en la Cuba de 1960 y 61 y   ha permanecido en práctica enmascarada  desde 1976 en la forma de elecciones  indirectas, que no tocan a los dirigentes nacionales ni provinciales y que ni siquiera eligen verdaderamente a los dirigentes de base de un poder popular que ni es lo uno ni lo otro. En 1992 se modificó para votar por diputados provinciales y nacionales, de nuevo con argucias previas que confirman un voto que no elige libremente,  y nunca se ha llegado al voto directo y universal del primer mandatario en un sistema donde el jefe de Estado y Partido campea por su respeto sin división de poderes efectiva.  
Encima,  lo chocante es que el máximo líder que impuso la práctica del gobierno de dedo  a cargo de una élite,  en su primer discurso desde la capital el 8 de enero de 1959 decía:
 "...Este no es el caso de que si no fuera idóneo el equipo gobernante, fuera nadie aquí a hacer una revolución o un golpe de Estado para quitarlo, cuando todo el mundo sabe que va a haber unas elecciones y si no sirve, el pueblo se encargará de decir la última palabra libremente" y más adelante daba por hecho la inminencia de unas elecciones como Dios manda, al expresar: " Cuando todos los derechos del ciudadano han sido restablecidos, cuando se va a convocar a unas elecciones en el más breve plazo de tiempo posible, ¿armas, para qué?...".
 Eso está bien, lo de armas para qué, pero la premisa de elecciones libres a la cual la condicionó el propio líder y no se cumplió, lo niega por lo menos en términos  de lógica formal. Personalmente pienso que más allá de la lógica formal aplicada a una retórica de tribuna política, la historia enseña que el resultado de las vías violentas mediante las armas es siempre desastroso para las naciones. Chile, España, Irlanda y más son ejemplos, por el contrario, de que la vía de las transiciones  acordadas convenientemente y de forma gradual suelen dar frutos provechosos y duraderos en el marco de democracias estables. Las cruentas jornadas de la mal llamada primavera árabe, el futuro incierto en Libia, Egipto, Yemen, unido al crónico desbarajuste en Iraq y Afganistán, la posesión de misiles nucleares extraviados en las manos sangrientas de los dementes de Al-Qaeda son todos las pruebas más recientes de que para las naciones la salida armada no paga.
Advierto ahora que la extensión de esta segunda parte hablando de la pregunta -¿Elecciones para qué?- ya se ha alargado demasiado, sin haber podido abordar específicamente la respuesta a ella.
¿Para qué? Considero esto lo más pertinente de todo el tema, en esta época de absentismo mayoritario e indignados extraviados por doquier. La tercera parte entonces es obligada. No me queda otra alternativa  para el próximo lunes. Ojalá que halla lectores que hagan de tripas corazón y se martiricen 15 minutos con las tres partes y tengan la generosidad de compartir sus observaciones, críticas o enfoques valiosos en sentido contrario, en los comentarios habilitados en el blog.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, Andres. Tanto forma como contenido. En mi modesta (bueno, no tan modesta como lega) opinion, estas escribiendo muy bien!

FELIX dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Unknown dijo...

ACLARACION: El comentario suprimido hacía propaganda por un candidato determinado. El asunto tratado en esta entrada son las elecciones en general y vivencias de las elecciones de Hialeah, sin definir preferencias personales o propaganda injuriosa. Siento mucho suprimir cualquier comentario pero el blog no se puede convertir en un pasquín electoral.